Escena 1
Narrador: Esta es la historia de Efraín
y Enrique, dos niños explotados por su abuelo, Don Santos, quien mantiene un
cerdo engordándolo para venderlo, y son los niños quienes deben buscar la
comida para el cerdo, Don Santos en un viejo de mal carácter y abusa de su
poder por su pierna de palo.
Entra Don Santos a una habitación,
de reducido espacio y dos camas. El espacio está ambientado con plásticos,
cubetas, palos y algunos desperdicios.
Don Santos: ¡Arriba holgazanes! ¡Pronto,
deprisa que ya amanece! (con su vara golpea levemente a los niños aun
recostados)
Efraín: Por favor abuelo, déjanos dormir
un poco más, aún no ha salido nadie.
Don Santos: ¡Flojos, eso son, unos
flojos que no quieren trabajar, con que comeremos si ese cerdo no engorda!
¡Arriba he dicho! ¡Ni un minuto más!
Enrique: Esta bien abuelo, ya
vamos, espéranos un poco.
Narrador: Los niños deben levantarse
muy temprano, a las cuatro de la mañana, cuando aún la gente no sale de sus
casas, las beatas de dirigen a las iglesias, los noctámbulos caminan
penosamente por las calles y los gallinazos sin plumas despiertan.
Efraín: Enrique debemos apresurarnos,
casi sale el sol.
Enrique: ¿No estás cansado?
Efraín: Si no vamos el abuelo nos
golpeara con el palo, mejor vamos rápido.
Ambos niños salen de la escena con
rostro de cansancio.
Escena 2
El escenario es una calle con
botes de basura y los niños se encuentran recogiendo la basura, en los botes
hay todo tipo de objetos.
Efraín: ¡mira, es una pera! Como se nota
que la gente de estos lados tiene mucha comida como para botarla así.
Enrique: Si, pero nosotros no
podemos darnos el lujo de botar nuestra comida.
Efraín: Hace unos días oí al abuelo
disfrutar un buen plato de comida.
Enrique: Si, yo también, a veces
pienso que no se preocupa por nosotros, casi no comemos nada, es más, creo que
me voy a enfermar, me siento muy débil.
Efraín: No hermano, no podemos
enfermarnos, el abuelo se molestará mucho si no llevamos la comida para
Pascual, ya viste que cada vez se está poniendo más grande y gordo.
Enrique: mira lo que me encontré,
esta cajita me servirá muy bien para guardar cosa, ¿no lo crees?
Efraín: Si, creo que te servirá muy bien.
Enrique: Ven, vamos al siguiente bote
de basura.
Narrador: La vida no es muy justa
para estos niños, a veces la policía puede echar a perder la jornada y todo
esta perdido, pues Don Santos los regaña si el cerdo no está satisfecho con la
ración de desperdicios.
Aparece en la escena el policía
custodiando las calles y de pronto ve a los niños hurgando en la basura.
Policía: Deténganse niños, no
pueden estar aquí.
Enrique: ¡Ahora que hacemos, la
policía nos atrapará!
Efraín: ¡Corre!
Policía: ¡Alto niños! Vuelvan aquí.
Enrique: Señor policía (casi
sollozando), por favor no nos lleve el abuelo nos golpeará con el palo si no
llevamos la comida para Pascual.
Policía: ¿abuelo? ¿Pascual?, no
deberían estar trabajando, los niños deben estar en la escuela, aprendiendo, no
aquí recogiendo basura.
Efraín: Lo sabemos señor policía, pero el
abuelo es quien manda.
Policía: No niños, su abuelo no
puede explotarlos, es contra la ley, él debe ir preso.
Enrique: ¡No! Vámonos Efraín.
Los niños salen corriendo de la
escena el policía trata de seguirlos.
Escena 3
Don Santos los espera con el café
recién preparado
Don Santos: A ver, ¿qué cosa me han
traído? (husmeando en las cubetas) ¡Idiotas! ¿Qué han hecho hoy día? ¡Se han
puesto a jugar seguramente! ¡Pascual se morirá de hambre!
Enrique: Perdón abuelo, hoy nos
atrapó la policía y tuvimos que dejar media calle sin recoger.
Don Santos: ¿Acaso son tontos para
dejarse atrapar por la policía? ¡Esas son excusas para no trabajar, son unos
flojos! Hoy no habrá comida, a ver si así aprenden a hacer bien su trabajo.
Los niños se retiran a su cama
llorando por la riña de su abuelo.
Efraín: Ya ves Enrique, hicimos que el
abuelo se enoje con nosotros, no nos dará de comer hoy, nos moriremos de
hambre.
Escena 4
Narrador: Así van transcurriendo los
días de estos niños, la persona interesada en comprar a Pascual es un hombre
gordo de muy mal aspecto, todos lo conocen simplemente como el carnicero.
Vendedor: Muy bien, muy bien, ya hay
tres menos en la lista, esta semana me ha ido muy bien, debo revisar bien cada
una de las casas no se me valla a olvidar alguna y el negocio se me echa a
perder. ¡Valla valla! Se me olvidaba una, la casa de Don Santos creo que iré la
próxima semana, (riendo) ese viejo es como el diablo, no tiene piedad ni con su
propia familia.
En el malecón los niños buscan
desperdicios para Pascual.
Enrique: ¿Qué encontraste Efraín?
Efraín: No mucho, solo algunas verduras a
medio podrir, ¿qué encontraste tú?
Enrique: Los perros dejaron rastros
de comida por aquí, talvez llene los cubos.
Efraín: El abuelo estará muy feliz hoy,
creo que el hombre extraño que iba a comprar a Pascual iba a venir por estos
días.
De regreso a casa encuentran al
comprador de pascual con las manos manchadas de sangre.
Vendedor: Dentro de veinte o treinta
días vendré por acá, para esa fecha creo que podrá estar a punto.
Don Santos: Muy bien, supongo que la
paga será buena, mi querido Pascual está muy bien alimentado.
Vendedor: Claro que si, por eso no
debe preocuparse, si me venden un buen cerdo recibirán también un buen dinero.
(Se retira de la escena)
Don Santos: ¿Y ustedes que hacen
escuchando ahí? Espero que se hayan esforzado, ya saben que Pascual debe
engordar más para dentro de un mes, no deben dormirse en sus laureles, tienen
mucho trabajo. (Toma las cubetas) ¡Bravo!, tendremos que repetir esto dos o
tres veces por semana.
Narrador: Así pararon los días, los
niños, iban al malecón dos a tres veces por semana, ya eran parte de la fauna
que allí yacía, los gallinazos y los perros buscaban entre la basura y dejaban ver
ciertos desperdicios que eran aprovechados por los niños.
Escena 5
Efraín: ¡ha!
Enrique: ¿Qué sucede?
Efraín: ¡Me he cortado con un vidrio!
Enrique: Está muy profundo, vámonos
a casa antes que los perros huelan la sangre.
Efraín: ¡Me duele mucho!
Llegan a casa, Efraín se apoya en
el hombro de Enrique.
Don Santos: ¡Que hacen aquí!, ¡vuelvan
o les juro que esta vez no tendré piedad en la zurra que les voy a dar!
Enrique: No abuelo, por favor
déjalo descansar se ha cortado la pierna con un vidrio y le duele mucho.
Don Santos:(Acercándose a Efraín para
analizar la herida) ¡Esas son patrañas! Que se lave el pie en la acequia y que
se envuelva con un trapo.
Enrique: ¡Pero si le duele!
Don Santos: ¿Y a mí? ¿Acaso no me
duele la pierna? Yo tengo setenta años y aun trabajo ¡Hay que dejarse de mañas!
Enrique: Por favor abuelo, déjalo
que descanse, yo trabajaré el doble por él.
Don Santos: Muy bien, trabajaras
por tu hermano, pero la ración será la misma o te cae una buena zurra,
¿Entendido?
Enrique: Si abuelo (Toma las
cubetas y sale de la escena)
Narrador: Al día siguiente Enrique
regresa con un extraño acompañante.
Efraín: Lo encontré en el muladar.
Don Santos: ¡Una boca más en el
corralón!
Enrique: No abuelo, no le hagas
nada, tiene una buena nariz y sirve para encontrar comida para Pascual
Don Santos meditando mira al cielo
y sale de la escena con las cubetas.
Enrique: Mira Efraín, te traje un
amigo para que no te sientas tan solo.
Efraín: Tú te llamarás Pedro. ¿Y el
abuelo?
Enrique: (Encogiendo los hombros)
El abuelo no dice nada.
Narrador: El ambiente en la casa es
tenso y se percibe cierta preocupación, al día siguiente Efraín amanece
enfermo.
Don Santos: No es posible, ¿ahora tú?
Yo mismo me encargaré de esto. (Sale con las cubetas de la escena y luego regresa
de mal humor.
Efraín: ¿Qué pasó abuelo?
Don Santos: ¿Qué esperaban, la pierna
de palo no me deja caminar?
Narrador: Pasaron días muy
angustiosos, Pascual no dejaba de gruñir, su hambre cada vez aumentaba más y
nadie podía trabajar.
Don Santos: ¡Arriba, arriba!
(golpeando a los niños) ¡A levantarse haraganes! ¿Hasta cuándo vamos a estar así?
Enrique: Abuelo, yo iré pero no le
hagas nada a Efraín, su pie está demasiado hinchado.
Don Santos: Lleva todas las cubetas
quiero que estén llenas cuando vuelvas.
Enrique sale de la escena.
Narrador: Efraín sale a buscar
comida para Pascual, pero el hambre del animal y la falta de bondad de Don
Santos lo obligan a hacer un acto deshumanizado.
Enrique: Efraín, ¿Dónde está Pedro?
Efraín: (llorando) Pedro ha mordido al
abuelo y él se lo llevó. ¡Se lo llevó Efraín!
Enrique: (Asustado) ¡Abuelo abuelo!
¿Dónde está Pedro?
Don Santos permanece inmóvil
mirado hacia el cerdo con cierta satisfacción.
Enrique: ¡No! ¿Por qué? ¿Por qué lo
has hecho abuelo? (enojado) ¡cobarde! ¡Voltea, voltea!
Enrique golpea al abuelo y este
cae hacia el corralón
Don Santos: ¡A mí, Enrique, a mí!
Enrique: ¡Pronto Efraín, pronto!
¡El viejo se ha caído, es nuestra oportunidad para huir!
Efraín: ¿A dónde?
Enrique: ¡A donde sea, al muladar,
donde podamos comer algo, donde los gallinazos!
Efraín: ¡No me puedo parar!
Enrique: Yo te ayudo, vámonos.
En la calle encuentran al policía.
Policía: ¿A dónde van niños?
Efraín: Donde
sea, nos vamos de aquí (se alejan)
Policía: A veces la justicia tarda,
pero llega.
Narrador: Los niños se fueron
buscando un mejor destino y desde el chiquero llegaba el rumor de una batalla.